Arriba a la izquierda empieza la vida
como un poema empezado de repente,
un trazo que nace en la pluma esgrimida
por Su Majestad el dios de la suerte,
con su mano invisible a ella adherida
guiando el rumbo del caudal y la gente,
y Natura escribe con sangre de su herida
en una línea que se tuerce y se retuerce,
que con la amistad engorda su caligrafía
y con el amor manuscribe más fuerte,
garabateando con rapidez y alegría,
el ritmo del agua lo tiene presente
si de la juventud nos acompaña su lira
en una melodía de felicidad incipiente,
pero cuando se alcanza la sabiduría
y el sinsabor llega como un gordo gerente
clausurándonos la inocencia perdida,
cuando la soledad hace guardia en su fuerte
construyendo en el alma su guarida,
y la enfermedad su barco amarra en el muelle
pues de ultramar nos trae su mercancía,
y se instala despreocupadamente
para disfrutar de una larga estadía,
el sol a lo lejos declina penitente
tan lejos que no llega su luz mortecina,
y con el rigor y la impiedad de un presidente
el poeta culmina sin pesar su poesía,
suelta la pluma el dios de la suerte,
la última línea se escribe enseguida,
abajo a la derecha termina la muerte.
© El rostro sagrado, SergeantAlaric, 2012.
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